Reparar o cambiar el horno: la pregunta del nuevo año

A partir de nuestras recomendaciones sobre la limpieza del horno, algunos clientes nos han trasmitido acerca de este electrodoméstico imprescindible en nuestra cocina “la” pregunta; la misma que siempre surge cuando hablamos del horno si comienza a fallar o ya han pasado por él los años: ¿lo reparamos? ¿lo cambiamos? ¿compramos uno nuevo?

La respuesta no es fácil. Cada horno es un mundo, y cada familia tiene de él una necesidad distinta. Pero sí se pueden ofrecer unas respuestas básicas. Y todo partiendo de que el horno es quizás –junto a la aparición de los robots de cocina–, el electrodoméstico que más ha evolucionado, el que más ha modernizado nuestra cocina. En apenas unos años, el salto de calidad –y prestaciones– ha sido más que considerable. Es sin duda la nueva estrella de la cocina.

Eso sí, como prácticamente todos los grandes electrodomésticos, la vida útil de un horno se estima entre nueve y diez años. Si su horno de gas ya los ha cumplido, es entonces momento de plantearse adquirir uno nuevo. Aunque debemos de advertir, por experiencia, que con un correcto mantenimiento los hay que extienden su uso entre 13 y 17 años. Y no precisamente, como suele decirse, como “guarda sartenes”.

Veamos. Acerca del óptimo mantenimiento –más allá de la limpieza–, se debe insistir en el uso de recipientes adecuados. Los más recomendables son los de materiales refractarios de colores oscuros, ya que conservan mejor el calor. Hay quien opina que los de silicona, tan de moda, dañan los sensores de humedad de los hornos que lo poseen. No lo podemos afirmar…

Un uso incorrecto muy común es dejar la puerta abierta para que se enfríe más rápido. Sin embargo, esta acción suele provocar daño en las gomas, lo que hará que deje de cerrar herméticamente. Un daño que se pagará caro…

Lo primero que hay que decir es que en un horno, sometido a temperaturas muy superiores a 200º, pueden aparecer muchos tipos de pequeñas averías. Desde el ventilador –fácilmente apreciable, porque deja de oírse su peculiar bramido–, la bombilla, las gomas y, sobre todo, las resistencias. Y más.

La avería más común –bueno, exactamente la consecuencia de la avería más común– es que el horno no calienta. Suele producirse por el fallo de las resistencias, ya que estas tienen una vida útil limitada, aunque depende de múltiples factores: uso, marca, calidad, etc.

Un horno convencional suele llevar dos resistencias, aunque realmente ya se ha hecho común una tercera. La inferior, la superior (la que presta la función grill) y la denominada turbo, que suele estar detrás, cercana al ventilador, y aporta un extra de temperatura.

Intentar reparar un horno es un atrevimiento si no se poseen algunos mínimos conocimientos. Lo suyo es llamar a un técnico. Si desea enfrentarse a la reparación, la regla básica, como en todo, es desconectar la alimentación eléctrica. Y mucha paciencia.

Desarmado el horno del mueble, hay que apartar la tapa. Con un simple polímetro, hay que examinar si la resistencia está o no derivada. Es decir, si da o no continuidad. La falta de uso muchas veces produce alguna derivación. Y realmente sucede. Es una avería, no obstante, fácilmente reparable.

Si hay una derivación lo sabríamos porque a los pocos minutos de estar el horno en marcha nos saltará el diferencial. A veces, da continuidad, pero aún así salta el diferencial. Ocurre porque en este tipo de resistencias de calor secas al dilatarse y contraerse, algunas veces toca con la envoltura metálica… y entonces se produce la derivación. La solución es cambiar las resistencias. O también puede ser que haya un cable pelado o derretido.

Sí podemos dar, por ejemplo, otros consejos para que mantengas tu horno en óptimas condiciones. Y tan fáciles como evitar usar alimentos todavía congelados, no abrir constantemente la puerta (se pierde hasta el 20% de la energía acumulada con solo abrirla una única vez) o apagarlo cinco minutos antes del tiempo programado y esperar al menos esos cinco minutos para abrirlo.

Si la decisión –o la avería no te ha dejado más remedio– ha sido comprar un nuevo horno, realmente te enfrentarás a un gran número de decisiones más allá del volumen ya que se pueden encontrar modelos entre los 53 y 71 litros. Aunque si va encastrado lo primero que hay que tener en cuenta es el ancho, el alto y la profundidad. Lo habitual es un ancho de 60 centímetros (59,5 realmente), pero los hay con algo menos (compactos) o de hasta 90 cm. (extragrande).

Más allá, algunas opciones aparentemente secundarias no lo son, como el bloqueo infantil o la limpieza pirolítica, imprescindible (otro modo de limpieza es la catálisis, pero la pirolisis es más barata y completa). Hoy se han convertido –o debería convertirse– en opciones de serie. Y damos por supuesto que hablamos de hornos multifunción, que son la gama más generalizada: calor arriba y abajo, precalentamiento, grill, ventilador, control de temperatura. Realmente se diferencian a su vez entre modelos de “Aire pulsado” y otros de “Calor giratorio”.

Elegir uno u otro, muy básicamente, es una decisión que tiene que ver sobre todo con el uso que hagamos del horno. Si es muy habitual, el calor giratorio, con su casi inexistente precalentamiento y la cocción simultánea en 3 o 4 niveles sin que se mezclen olores, es más recomendable.

Ya apenas se ven hornos convencionales con cuatro modos de cocción (aunque siguen estando en el mercado para usuarios esporádicos) y los hornos a vapor de las cocinas profesionales –que son el futuro en nuestras casas– aún no se han extendido.

No nos referimos aquí al horno eléctrico, mucho más que un simple microondas, que va ganando espacio en las cocinas, pero que entendemos como otro electrodoméstico distinto. Puede solventar la falta de un horno multifunción, pero no son ni mucho menos comparables en las posibilidades gastronómicas… La eficiencia energética hay que tenerla en cuenta, pero sepa que apenas hay modelos A+ y menos aún A++.

El precio no debería ser un inconveniente, ya que hay modelos de calidad más que contrastada por 300 €. Aunque el mercado ofrece modelos que no alcanzan los 200 € y otros que superan los 500. En su mayoría son modelos que pueden situarse hasta en cinco alturas diferentes. El horno debajo de la vitrocerámica o la cocina de gas son ya historia…

Problemas frecuentes del lavavajillas

Actualmente en la mayoría de los hogares, uno de los electrodomésticos indispensable es el lavavajillas. Esto se debe a que éste nos hace la vida mucho más fácil, ahorrándonos tiempo y trabajo a la hora de fregar.

Es cierto que es uno de los electrodomésticos más sencillos de usar y no es de los que más mantenimiento necesitan, pero a pesar de esto también sufren averías y podemos tener problemas.

Desde M. J. Suazo os queremos contar hoy, los principales problemas y averías que pueden tener más frecuentemente nuestro lavavajillas.

Problemas frecuentes del lavavajillas

Uno de los más comunes es que el lavavajillas no coja agua.

Esto es una consecuencia que puede deberse a varias causas. Una de ellas es que el filtro del extremo de la manguera esté sucio u obstruido, casi siempre por el paso del tiempo. Para comprobar si es así, debemos cerrar la llave de paso de agua y desconectar la manguera. Colocaremos la manguera en un cubo o algún recipiente y volveremos a abrir la llave de paso, y si el agua cae, sabremos que la manguera está dañada.

La manguera puede estar doblada y no obstruida. Puede que al colocarla la última vez que manipuláramos nuestro lavavajillas, no lo hiciésemos bien y dejásemos algún pliegue o doblez. Una vez solucionado, debería volver a llenarse de agua.

Se recomienda revisar todos los canales de paso de agua para verificar qué es lo que está produciendo que el agua no corra de manera normal.

Si tras revisarlo todo vemos que seguimos con el mismo problema, deberemos llamar a un técnico, ya que puede deberse a otro tipo de problemas más específicos.

Si por el contrario, en vez de no llenarse bien, nuestro lavavajillas no desagua correctamente y cuando lo abres aún queda agua dentro, como si el ciclo de lavado no hubiese terminado, puede deberse a estas posibles causas.

Problemas frecuentes del lavavajillas

Una de las causas puede ser un posible atasco en las tuberías de la vivienda. Por otro lado, al igual que con el problema anterior, aquí también puede deberse a que la manguera de desagüe esté doblada. Debemos revisar que no tenga pliegues.

También esta avería puede deberse a la obstrucción en la bomba de desagüe, por algún objeto, que hace que la hélice de vaciado no gire correctamente. Si al poner la bomba en marcha no escucha ruido, lo más probable es que esté obstruido.

Un fallo de corriente del módulo eléctrico también podría ser la causa de la avería, en este caso, esto ya sería algo más grave y que debe arreglar un profesional específico.

Otro de los problemas con los que nos podemos encontrar es que el consumo de sal es excesivo. Esto se da por varias razones, entre ellas que esté en mal estado, defectuosa o dañada tanto la placa electrónica, la electroválvula de regeneración o el propio dosificador. En este último caso, debemos cambiar el ablandador del agua. Otra causa puede ser que el tapón del depósito no cierre herméticamente.

Problemas frecuentes del lavavajillas

Debemos revisarlo todo correctamente para asegurarnos y saber de dónde viene el problema, para atacarlo directamente.

Si la pastilla de detergente no se disuelve, esto podría suponer un problema o alarmarnos de una posible avería, ya que nuestro electrodoméstico no nos limpiaría bien la vajilla, por lo que no estaría realizando su función correctamente. Esto se puede deber a qué el aspa superior tenga problemas de obstrucción y no golpee directamente a la pasilla, y ésta no se disuelva. Que el cajetín no cierre ni abra correctamente, el problema puede estar ocasionado por esto. También debemos comprobar que el cajetín no estuviese húmedo al insertar la pastilla, ya que si ha sido así, la pastilla se habrá quedado pegada, ocasionando que no se disuelva.

Problemas frecuentes del lavavajillas

Si encontramos los pilotos de nuestro lavavajillas parpadeando y no se inicia el lavado, lo más habitual es que la intermitencia se deba a que la puerta no está correctamente cerrada. Los pilotos de los lavavajillas suelen tener sólo dos funciones de alarma, y no son referente a nada mecánico. Tan sólo se encienden cuando le lavavajillas requiere más sal o abrillantador.

Si al finalizar el lavado notamos que hay diferencia en la limpieza entre la bandeja inferior y superior. Normalmente eso suele deberse a que las hélices inferiores o superiores no giran bien. Las inferiores son más fáciles de obstruir y se suele dar por algún cuerpo extraño como un tenedor, cuchillo etc.

Por último, otra de las averías más comunes y a las que nos enfrentamos habitualmente es la de que nuestro lavavajillas no seque correctamente. Una de las causas es que necesite más abrillantador, algo fácil de solucionar. Otros dos motivos por los que se puede dar esta consecuencia, y que ya no son tan sencillos de solucionar, son que la resistencia se haya quemado o deteriorado y que el termostato de nuestro electrodoméstico se haya estropeado.

Problemas frecuentes del lavavajillas

Como veis, existen muchas averías simples con fácil solución y que se puede realizar desde casa y sin invertir demasiado tiempo. Éstas, se pueden evitar llevando un buen mantenimiento y cuidando nuestro lavavajillas. Como hemos visto, en otras ocasiones, las averías o problemas son más graves y necesitaremos de la ayuda de un especialista, por lo que desde M. J. Suazo nos ponemos a vuestra disposición con nuestro servicio técnico.